Animate al Sin Desperdicio

Animate al Sin Desperdicio

Animate al Sin Desperdicio

¿Sabías que vos y yo tiramos partes de los vegetales que son las que más nutrientes contienen? La mayoría de las pieles, cáscaras y semillas de las verduras y las frutas concentran más cantidad de nutrientes que sus propias pulpas y, hasta algunas, aportan beneficios extras para tu salud y hoy son descartadas. ¿Y si con las semillas del melón hacemos una leche riquísima, una opción más para sumar a las leches vegetales?, ¿y si usamos algunas cáscaras para una terminación increíble en ensaladas y las llenamos de fibras? A través de estas páginas, te propongo conocer más sobre el concepto del alimento sin desperdicio, animarte a probar nuevos sabores, alternativas y, en todo eso, beneficiarte, mejorar tu salud y la del medio ambiente.

Vas a conocer que, detrás de no desperdiciar, hay una forma exquisita, nutritiva y respetuosa de comer. Si bien no es algo que sucede de un día para otro, es una secuencia de acciones suaves que traen grandes cambios. Lograr alimentarte cuidando tu casa y tu mundo es estar consciente, es pensar en las generaciones que vienen, es dejar tu huella y poder generar otras energías.

Después de cultivar mis propios vegetales, me costaba mucho “tirar sus restos”. Esperar que crezcan tantos meses, cuidándolos, hizo que cada centímetro de ellos tuviera ese “algo más”. Así fue como empecé a investigar, a probar y el resultado fue increíble. La vida vista con una óptica circular adquiere un valor extra. Las cosas que llevan tiempo, cuidado y respeto reciben una valoración distinta por el solo hecho del tiempo dedicado y de la espera de su ciclo, lo que hace que tus platos sean mil veces más sabrosos y nutritivos.

La agricultura moderna sintió que era necesario producir más para alimentar a más personas. Lo que no tuvieron en cuenta es la forma. El error estuvo en pensar en volumen y dejar a un lado la calidad y, sin querer, arruinaron lo mejor de un vegetal, ¡sus cáscaras!

Hay que rescatar este estilo de vida, retomarlo y ponerlo en práctica. Nos merecemos estar mejor y el planeta así lo exige. Volver a lo natural, volver a creer en las personas, rescatar el tiempo dedicado a los alimentos, a cocinar, a encontrarnos… a vivir mejor.