Terroir y regeneración del suelo: la naturaleza en cada alimento
Cuando hablamos de la calidad de un alimento, solemos pensar en su sabor o en sus beneficios nutricionales. Pero hay algo más profundo que lo determina: el terroir. Esta palabra, de origen francés, refiere a la combinación de cuatro factores fundamentales: el suelo, el clima, la variedad de la planta y la intervención humana.
El terroir no se limita al vino ni al aceite de oliva: todos los alimentos que consumimos llevan en sí la huella de la tierra que los vio crecer. El suelo, con su biodiversidad, minerales y microbiología, es el origen de todo. El clima regula la maduración y concentración de nutrientes, y la mano humana puede sumar o restar valor, según cómo decida intervenir.
En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, descubrimos que el suelo y el clima cercanos al mar generan condiciones únicas que potencian a los cultivos. La amplitud térmica, las brisas marinas y el manejo consciente del terreno hacen posible alimentos de altísima calidad, algunos de ellos reconocidos a nivel internacional.
Agricultura regenerativa: devolverle a la tierra lo que nos da
Hoy, más que nunca, necesitamos hablar de agricultura regenerativa. No se trata solo de evitar el daño, sino de producir de una manera que mejore la salud del suelo, restaure ecosistemas y aumente la biodiversidad.
A diferencia de los sistemas convencionales, que degradan la tierra con monocultivos, agroquímicos y malas prácticas de manejo, la regeneración busca devolverle fertilidad al suelo y asegurar alimentos con mayor carga nutricional.
Entre las prácticas más valiosas encontramos:
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Riego eficiente por goteo, que cuida el agua, nuestro recurso más escaso.
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Manejo del suelo con respeto por la microbiología, incorporando leguminosas entre los cultivos para fijar nitrógeno de forma natural.
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Reutilización de residuos: desde restos de poda triturados que vuelven como materia orgánica al campo, hasta subproductos de la cosecha que se transforman en abonos, combustibles o materiales de uso agrícola.
Este enfoque no solo da como resultado alimentos más ricos y nutritivos, sino que también contribuye a frenar el cambio climático al favorecer la captura de carbono en los suelos.
Consumir local, elegir consciente
Cuando elegimos productos de calidad cultivados bajo prácticas regenerativas, no solo cuidamos nuestra salud, también apoyamos a productores que trabajan en armonía con la tierra. No hace falta viajar lejos para encontrar alimentos excepcionales: en Argentina hay terroirs diversos que potencian la producción sustentable.
Cada vez que consumimos local, fortalecemos la economía regional y honramos el valor de quienes producen con respeto.
Te invito a conocer algunas de las fincas y huertas que visité en el marco del programa Km0, Sin Desperdicio, donde vi en primera persona cómo se regeneran suelos y se producen alimentos: